Aunque solemos pensar que solo las personas mayores sufren problemas de circulación, la realidad es que también pueden darse en sectores de la población de menor edad. La mala circulación de la sangre tiene muchas causas, pero la consecuencia es la misma: hinchazón, pesadez, picor, entumecimiento, calambres, hormigueos y, en los casos más graves, hipertensión, embolias, derrames o infartos.
El sistema circulatorio, formado por el corazón, las arterias y las venas, es el encargado de transportar la sangre. Esta sale del corazón, cargada de oxígeno y nutrientes (de ahí su color escarlata), y es llevada a las células a través de las arterias. Luego, la sangre, ya sin oxígeno y nutrientes (de color más oscuro), regresa al corazón a través de las venas, donde “se recarga” y vuelta a empezar.
Así, hablamos de una mala circulación cuando la sangre no fluye correctamente por una o varias zonas del cuerpo, algo más frecuente en las extremidades inferiores que en las superiores.
Síntomas de una mala circulación sanguínea
Detrás de la mala circulación de la sangre se encuentran algunas enfermedades (obesidad, insuficiencia cardíaca, cirrosis…), ciertos medicamentos, la edad, el estilo de vida (tabaquismo, sedentarismo…), la dieta (exceso de sal o de alcohol…) y algunas posturas (pasar demasiado tiempo de pie o sentado a lo largo del día).
Cuando la circulación de la sangre no es fluida, se manifiestan una serie de síntomas que no solo son incómodos, sino que en los casos extremos pueden tener graves consecuencias para nuestra salud. Si sufrimos alguno de los siguientes, debemos sospechar que tenemos algún problema de circulación.
Calambres musculares
Las personas con problemas de circulación son más propensas a sufrir calambres musculares. Si la sangre no llega correctamente a los músculos, estos reciben menos cantidad de oxígeno y de nutrientes, que es la causa de la aparición de los calambres. Esta situación puede agravarse por otros factores como la edad, la falta de hidratación y una dieta baja en minerales.
Sensación de hormigueo
Una circulación deficiente también puede provocar sensación de hormigueo, sobre todo en los brazos y las piernas. Como en el caso de los calambres, la sensación de hormigueo se produce cuando los tejidos no reciben suficiente oxígeno (por ejemplo, puede haber obstrucción de los vasos sanguíneos).
Sin embargo, entre las causas del hormigueo también existen otras que no tienen que ver con la circulación, como la compresión de los nervios debido a una postura forzada y prolongada, ciertas enfermedades y deficiencias nutricionales.
Cambios de temperatura
La sangre, además de suministrar a los tejidos el oxígeno y los nutrientes que necesitan, también es un regulador de la temperatura corporal. Por tanto, cuando existen problemas de circulación, es frecuente notar frías las zonas más alejadas del corazón, como los dedos de pies y manos.
También puede ocurrir lo contrario, notar un aumento de temperatura en las zonas donde la sangre se acumula o por las que no fluye con normalidad.
Debilidad o agotamiento
Si la sangre tiene dificultades para llegar a los tejidos, estos no reciben los nutrientes necesarios para llevar a cabo sus procesos. Por eso, los problemas de circulación pueden traer consigo la sensación de debilidad o agotamiento, ya que las células que forman los tejidos no disponen del aporte suficiente de energía.
Arañas vasculares y varices
Las arañas vasculares se producen debido a un mal retorno de la sangre, es decir, cuando la sangre fluye hacia atrás en vez de hacia delante. Su color azulado se debe a la acumulación de la sangre en la zona, la cual es de ese color porque no tiene oxígeno. Por su parte, las varices son venas dilatadas en exceso por las que la sangre no puede circular eficazmente de vuelta al corazón.
Lo más común es que las arañas vasculares y varices aparezcan en los pies y las piernas, y son más frecuentes en las mujeres que en los hombres.
Piernas hinchadas, pesadas o con picor
Otro de los síntomas más comunes de una mala circulación sanguínea son las piernas hinchadas, pesadas o con picor. Debido a la falta de fluidez, la sangre se acumula en los tejidos (edema), lo que provoca la hinchazón de la zona.
Infección de heridas
Los glóbulos blancos son células del sistema inmunológico encargadas de combatir las infecciones que se producen en el organismo. Como todo, estas células defensoras viajan por la sangre hasta la zona dañada, pero, si existe algún problema de circulación, no pueden llegar eficazmente al tejido, el cual podría infectarse e incluso provocar úlceras.
Obviamente, mejorar la circulación sanguínea tiene los efectos contrarios a cada uno de los síntomas vistos: nos sentiremos menos cansados y fatigados, no notaremos las piernas hinchadas o con picor, las heridas que nos hagamos cicatrizarán más rápido, tendremos menor riesgo de sufrir calambres, hormigueos o incluso mareos, etc. Por eso es tan importante mejorar la circulación poniendo en práctica las siguientes pautas o técnicas.
Remedios para mejorar la circulación
Hacer ejercicio
Uno de los peores enemigos de una circulación sana es el sedentarismo, que afecta especialmente a las piernas. El ejercicio activa el sistema cardiovascular, haciendo que la sangre y los nutrientes que esta transporta lleguen más eficazmente a los tejidos.
Hidratarse correctamente
El agua desempeña muchísimas funciones en el organismo, y una de ellas tiene que ver con la circulación. Hidratarse correctamente es fundamental para llevar una vida saludable, y podemos hacerlo de dos maneras:
- Bebiendo agua: aunque siempre se ha recomendado beber 2 litros de agua al día, la verdad es que esto dependerá del estado de salud, de la edad, del ejercicio físico diario, etc. Además, a la cantidad que tomamos de agua "sola" hay que sumar la que ingerimos a través de té, infusiones, caldos y zumos.
- Hidratando la piel: la piel necesita estar bien hidratada para cumplir con su función de barrera protectora. Esto lo podemos conseguir a través de cremas y emolientes.
No fumar
No existe tejido, aparato ni sistema del organismo que se libre de los efectos nocivos del tabaco. El circulatorio no iba a ser menos, y es que el tabaco aumenta el riesgo de desarrollar coágulos, con las consecuencias que hemos mencionado en el apartado anterior, así como diferentes enfermedades cardiovasculares.
Llevar una dieta saludable
Para mejorar la circulación de la sangre, también conviene reducir la cantidad de sal en las comidas, ya que en exceso puede provocar vasoconstricción (estrechamiento de los vasos sanguíneos). Igualmente, un consumo excesivo y prolongado de alcohol puede causar arritmias, hipertensión y modificar el metabolismo del colesterol.
Alimentos como las frutas, las hortalizas, las verduras y los frutos secos son excelentes aliados para mejorar la circulación de la sangre.
Evitar la ropa demasiado ajustada
En ocasiones, la mala circulación de la sangre no se debe a enfermedades, hábitos, etc., sino a algo tan superficial como usar ropa demasiado ajustada. Los pantalones de pitillo, ciertos tipos de ropa interior y un calzado ceñido pueden hacer que la sangre no circule correctamente, sobre todo por las piernas y los pies.
Darse masajes
Los masajes dados en el sentido de la circulación activan el flujo sanguíneo, algo muy beneficioso para aliviar la sensación de piernas hinchadas o cansadas. Este tipo de masajes se llaman masajes circulatorios, y su eficacia es mayor si los combinamos con baños de agua fría, recomendado para las personas que sufren arañas vasculares o varices.
Calcetines de compresión para mejorar la circulación
A veces no podremos (o no querremos) poner en práctica todos los consejos que acabamos de ver para mejorar la circulación de la sangre. Por ejemplo, quizás no tengamos tiempo para ir al gimnasio, nuestra dieta no sea la más saludable, todavía no podamos evitar ese cigarro de después de comer o de otra cosa…
Pero a las maneras anteriores de mejorar la circulación hay que añadir una última, más "pasiva", que no requiere tiempo, esfuerzo ni fuerza de voluntad: los calcetines compresivos.
Estas prendas ejercen una presión gradual desde el tobillo hasta, como mínimo, la zona por debajo de la rodilla, comprimiendo las venas y mejorando así la circulación de la sangre por las extremidades inferiores. Las medias compresivas, también llamadas calcetines de compresión, se clasifican en España según la presión que aplican en:
- Medias de compresión normal: es el tipo 1 de compresión, de 22 a 29 mmHg.
- Medias de compresión fuerte: tipo 2 de compresión, aplican una presión de 30 a 40 mmHg.
- Medias de compresión muy fuerte: tipo 3 de presión, usada para tratar problemas graves o muy graves de circulación. Aplican una presión superior a 40 mmHg.
Los calcetines de compresión gradual que te proponemos en Calcetinos ejercen una presión ligera (14-17 mmHg), y están pensados para quienes quieren dejar de sentir las piernas hinchadas, pesadas o con picor por trabajar todo el día sentado, trabajar todo el día de pie, estar embarazada o cualquier otra causa de mala circulación no relacionada con enfermedades.
No podemos hacer que vayas al gimnasio, que dejes de fumar o que comas más sano. Pero sí podemos echarles una mano a tus pies para hacértelo todo menos cuesta arriba.